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LABORATORIO DE HISTOLOGÍA

¿Qué le ha pasado a Sara?

Caso nº 4

LOS HECHOS

Aquella iba a ser una semana movidita. Hisga albergaba las jornadas de “Histología y Empresa” del Norte de España, un evento al que acudían los departamentos de I+D de más de diez empresas para compartir sus progresos e innovaciones. La universidad también estaba presente, con algunas ponencias de los departamentos colaboradores. Vera ya había asistido a varios congresos mientras estudiaba, pero nunca se había visto inmersa en la organización de uno. El cartel con las fotografías de todos los ponentes estaba colgado en la entrada y los pasillos, así como en las páginas web de las empresas participantes.

Sara, la jefa del laboratorio, sería la encargada de inaugurar las jornadas con un resumen del trabajo de Hisga durante el último año. Sara era una buena jefa, pero también una persona muy nerviosa. Al principio se había opuesto con fiereza a que Hisga fuera la sede de las jornadas, pero al equipo directivo le interesaba que se celebraran allí. Quizás por eso, a medida que se acercaba la fecha del evento, su carácter se había vuelto irascible y difícil, lo que repercutía en el humor general del laboratorio:
- El pobre Bernardo va a acabar por dimitir – le había susurrado Javier a Vera una tarde. Los gritos de Sara se podían oír a través de la puerta cerrada de su despacho, donde estaba reunida con Bernardo y Natalia, los supervisores. – Sara es muy lista y hasta ahora era una buena jefa, pero últimamente no hay quien la aguante. Vera estaba preocupada. A ella tampoco le gustaban los gritos de Sara y se alegraba de que esta faltara a menudo al trabajo. Aunque todos se miraban de reojo cuando llamaba para decir que se encontraba mal y que trabajaría desde casa, Vera no había querido indagar en el porqué de aquellas ausencias ya que la propia Sara le había pedido discreción al respecto.
Pero aquella mañana empezaban las jornadas y Sara no había aparecido o llamado para decir que no se encontraba bien. Bernardo reunió al equipo y les dijo:
- No sabemos nada de Sara. No coge el teléfono ni recibe los mensajes, así que me temo que Natalia y yo tendremos que encargarnos de hacer su presentación.
- Igual ha vuelto a cambiar de número – dijo una de las analistas. – Ya he perdido la cuenta de cuántos ha tenido últimamente.
- Hasta ahora siempre nos ha facilitado su nuevo número cada vez que cambiaba – respondió el supervisor.
- ¿Y no podéis llamar a alguien de su familia? – Preguntó Vera.
- Sara vive sola – Natalia negó con la cabeza. – No tiene pareja ni hijos, y toda su familia es de Barcelona. Ella se mudó desde allí cuando empezó a trabajar en Hisga, hace dos años.

Vera se quedó callada. Además de que Sara no tenía acento catalán, no hacía ni un mes desde que alguien que decía ser el marido de Sara había llamado al laboratorio preguntando por ella. En aquel momento Sara estaba reunida, pero cuando Vera le pasó recado de la llamada se había puesto a recoger sus cosas a toda prisa para marcharse, muy nerviosa. Antes de irse, le había pedido varias cosas a Vera: que nunca le pasara llamadas a no ser que la persona al otro lado se identificara como un comercial o alguien de la universidad y que, si algún día no aparecía en el trabajo y no llamaba para avisar, buscara un sobre que había pegado debajo del primer cajón de su mesa. - Y, por favor, no le cuentes nada de esto a nadie. Confío en ti, Vera.
Por eso, Vera decidió que había llegado el momento de contárselo a alguien:
- Bernardo, me gustaría hablar contigo acerca de Sara…- Empezó.
- Ahora no tengo tiempo, debo prepararme para la inauguración de las jornadas – la cortó Bernardo.- Ya me lo dices después.
Las jornadas comenzaron y Bernardo y Natalia expusieron el resumen de 2018 en Hisga con fluidez, aunque se les notaba algo preocupados. Al terminar, el director llamó a ambos para hablar con ellos. El resto de los ponentes y asistentes a las jornadas deambulaba por la sala de reuniones entre saludos, risas y apretones de manos, pero Vera se fijó en que, tanto el director como los supervisores, hablaban en bajo y con gesto preocupado.
Bernardo y Natalia buscaron a todos los miembros de sus equipos y los reunieron en el laboratorio.
- Sara ha aparecido muerta en el garaje de su edificio – empezó Natalia, con la voz temblorosa. – La policía acaba de comunicárnoslo.
Entre los murmullos de asombro y las lágrimas de sus compañeros, Vera se adelantó y les habló a Bernardo y Natalia de la extraña petición de Sara aquel día en el que un supuesto marido la había llamado al trabajo. Entraron en el despacho y forzaron la cerradura del cajón para sacarlo entero y despegar el sobre. Dentro había cinco portaobjetos numerados y una hoja con descripciones de muestras y la siguiente nota:
“Si encontráis este sobre es que algo malo me ha ocurrido. El código abre una caja fuerte que está escondida en el armario de mi casa, llevad a la policía todo lo que encontréis dentro de ella. Habéis sido unos compañeros fantásticos, gracias por todo. Marga”
- ¿Marga? – se extrañó Bernardo, pues reconocía la letra de la nota como la de Sara, su jefa.
- Da igual, vamos a echar un ojo a estas muestras y así tendremos todas las respuestas.

Esófago sec.
Estómago sec.
Intestino delgado c.s
Páncreas sec.
Tráquea sec.

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